CONCIERTO PRESENTACIÓN
TEMPORADA

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Fecha_
viernes 15 septiembre 23
Hora_
20:00 h
Lugar_
Auditorio Víctor Villegas (Murcia)
Programa

Sibelius

Concierto para violín

Kalinnikov

Sinfonía nº 1

NOTAS AL PROGRAMA

Por Juan Chupé

 

Una herencia de Chaikovski

 

La nueva temporada se inicia con un atractivo programa; en primer lugar, un concierto para violín muy interpretado en la actualidad y que recoge el sentido imponente de los grandes conciertos románticos de Beethoven, Mendelssohn y Chaikovski, añadiendo un lenguaje personal con novedades técnicas. Un compositor ruso poco divulgado, quizás por su breve carrera, completa el programa con una sinfonía, que supone un avance dentro de las líneas abiertas por la escuela rusa decimonónica con una fuerte personalidad.

 

Jean Sibelius (Tavasteus, 1865- Helsinki, 1957) es el gran renovador de la música nórdica. Formado inicialmente en el Instituto Musical de Helsinki, completó sus estudios en Berlín y Viena lo que le permitió dominar las técnicas de la música centroeuropea de su tiempo. A su vuelta trabajó inicialmente en la enseñanza pero pronto pasó a dedicarse exclusivamente a la composición, para lo que contó con ayuda de las autoridades de su país. Su figura se fue acrecentando como creador de la escuela musical finlandesa, teniendo en cuenta las circunstancias históricas en las que se desarrollaba la vida de su país en busca de una independencia del imperio ruso que lograría su unidad nacional. A pesar de ello no debemos considerar a Sibelius como un músico nacionalista folclórico exclusivamente ya que, aunque muchas de sus obras tienen una clara inspiración popular, especialmente sus poemas sinfónicos, otras como sus siete sinfonías poseen un lenguaje totalmente alejado del nacionalismo. También su música para la escena es muy valorada por su originalidad y belleza. Son los poemas sinfónicos como En Saga, Cuatro leyendas, El cisne de Tuonela, La hija de Pohjala, El Bardo y sobre todo Finlandia, sus producciones más apreciadas e interpretadas dentro y fuera de su país natal. Una característica del estilo de Sibelius es el uso frecuente de motivos breves que se transforman de modo continuo, evolucionando hacia desarrollos melódicos completos. Destaca también por el amplio dominio de la orquestación, son elaboradas de manera detallista hasta lograr un sonido muy personal.

El Concierto para violín en Re menor, Op. 47, es una obra romántica por su concepción y por su sentido expresivo. Es la única escrita por Sibelius para solista y se debe a que el violín es el instrumento estudiado desde joven por el compositor. Escrito desde 1899 no lo concluyó hasta 1904, y lo estrenó en Helsinki con Viktor Novarek y el propio compositor al frente de la orquesta. El concierto estaba dedicado al violinista Willy Burmester que no lo llegó a estrenar por distintas vicisitudes. La obra no fue bien recibida y Sibelius realizó posteriormente una revisión que presentó en Berlín el 19 de octubre de 1905 bajo la batuta de Richard Strauss con la Filarmónica de Berlín y su concertino, Karel Halir, como solista logrando una amplia aceptación siendo la versión que se interpreta habitualmente. En 1990 el violinista Leónidas Kavakas recuperó la versión original que el autor no había autorizado su publicación. El Concierto posee una forma libre casi rapsódica a pesar de estar articulado a la manera clásica en tres movimientos. La escritura para el violín tiene grandes dificultades técnicas para lograr una expresión comedida y de alguna manera intimista, la orquesta tiene una amplia dimensión sinfónica lejos de un simple acompañamiento. El Allegro moderato juega con tres temas expuestos de manera continuada, tras presentar el primero con aire melancólico el violín tiene una pequeña y brillante cadenza, el segundo tema más vigoroso y enérgico es presentado por la orquesta y el tercero es incorporado por el violín recuperando el carácter del tema inicial y que tras un largo desarrollo llega a la habitual cadenza de verdadero virtuosismo. El Adagio di molto es de un profundo sentido lírico y temperamental, inspirado en melodías italianas que son desarrolladas en un ambiente orquestal sublime. La influencia de Chaikovski es señalada por numerosos críticos aunque mantiene un lenguaje personal. El Allegro ma non tanto escrito a manera de rondó, tiene un carácter descriptivo con un alegre aire de danza, en el que el violín resalta de una manera jubilosa y elocuente. Un primer tema rotundo con el apoyo del timbal y la cuerda grave muestra una energía vibrante y espectacular. Otro tema como un vals sirve para el lucimiento del solista con un virtuosismo de gran dificultad técnica. Nuevos motivos con la orquesta en tutti combinan con el juego solista para concluir con una espectacular coda final que va descargando la sonoridad hasta concluir con el violín solo. Un concierto con personalidad y que hoy es abundantemente interpretado por las grandes figuras de violín.

 

Vasili Sergeyevich Kalinnikov (Voina, 1866 – Yalta, 1901) nació en el seno de una familia humilde, por lo que sus estudios se iniciaron en el seminario de Oryol, donde llegó a dirigir el coro. Con dieciocho años marchó al Conservatorio de Moscú, pero no pudo matricularse debido a sus escasos medios económicos. Por su valía consiguió una beca en la Escuela de la Sociedad Filarmónica y allí estudió fagot y composición con Simón Krouglikov, al que dedicó su primera sinfonía, y fue su auténtico valedor. Conoció a Chaikovski, quien le recomendó para un teatro de Moscú, donde ejerció como instrumentista al tiempo que perfeccionaba sus conocimientos de composición. La tuberculosis le castigó y le hizo recluirse en Crimea, donde trabajó en el teatro de Yalta, allí conoció a Sergei Rachmaninov quien le apoyó económicamente en sus últimos años y logro que sus obras, especialmente las sinfonías, se conocieran en Europa y América. Kalinnikov escribió abundante música orquestal, dos sinfonías, una suite y el poema sinfónico El cedro y la palmera, la cantata San Juan Damasceno, música escénica para la obra El zar Boris de Alexis Tolstoi y algunas piezas para piano y música de cámara. Su estilo recoge dos tendencias que convivían en la Rusia de su tiempo la nacionalista del “Grupo de los cinco” a pesar de que Rimski- Korsakov censuró algunas de sus obras, y la concepción más europea y cosmopolita que representaban Chaikovski y Rachmaninov, en sus obras dejó patente sus cualidades como orquestador. Su muerte antes de cumplir los treinta y cinco impidió que su estilo personal fraguara.

La Sinfonía nº 1 en Sol menor fue escrita durante los años 1894 y 1895 y se estrenó el 8 de febrero de 1897 en Kiev dirigida por Alexander Vinogradski y tuvo una buena acogida, siendo dada a conocer en Moscú, Viena y Berlín con éxito. Es una sinfonía concebida a la manera tradicional con un lenguaje romántico, sensible y colorista con una temática melódica de carácter popular utilizada de manera inspirada y efectiva. El primer movimiento Allegro moderato, se inicia con un enérgico tema ruso, presente en todo el movimiento tratado con un gran colorido orquestal y un interesante tratamiento rítmico, una variedad de motivos melódicos contrastantes, enriquecen el desarrollo. El segundo Andante cómodamente es un auténtico nocturno, lírico, sensual y creativo, el arpa colorea de manera dulce unas elegíacas melodías propuestas por el oboe y enriquecidas con los solistas de viento, la influencia de Chaikovski es patente.  En el Scherzo escrito con estructura tripartita, Kalinnikov utiliza un tema ruso alegre, danzarín y popular desarrollado con soltura rítmica y elegancia. En la sección central, a la manera de Trío, aparecen nuevos elementos melódicos con aires melancólicos, para concluir retornando a los alegres temas de danza. El Finale, en Allegro moderato, es de gran riqueza temática, junto a nuevas melodías aparecen varios motivos ya escuchados, buscando elementos estructurales cíclicos para dar una mayor coherencia formal a la obra. De nuevo la energía rítmica es la base de una variada y contrastante temática, en la que los temas populares rusos son presentados con una rica y colorista orquestación. Si la influencia de Chaikovski es patente, no lo es menos la de otros compositores rusos nacionalistas.

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